jueves, 15 de octubre de 2009

Partida 2

En ese momento, mientras comprábamos manzanas, con fondo de euforia militar, ya estaba muerto, hora y media, y nosotros no lo sabíamos, el artista argentino Cacho Monastirsky, nuestro amigo que vivía en Beer-Sheva. Eramos concientes, sí, de que el desenlace podría ocurrir en cualquier momento, Cacho estaba enfermo, sin cura, pero, aunque preparados, el aturdimiento (adentro gritaban como si diesen función de gladiadores) era mucho, y en ese contexto, andábamos con cuidado, por no tropezar con rebarbas de baldosas, y por no despertarlo a Cacho, a quien creíamos dormido en su cama, con esposa, hijas, perro en vigilia. Uno de los soldados era religioso, y rezaba,, no por nuestro amigo, sino porque así estaba impuesto.

No hay comentarios:

Publicar un comentario