sábado, 10 de octubre de 2009

Camuflaje 3

Amos Oz,, maníaco de la limpieza y del orden, organiza sus esquemas en vista del año Nóbel que dio comienzo en Estocolmo hace un par de días. El co-fundador del movimiento Paz Ya, sale todos los días, a las siete de la mañana, a dar su paseo por el desierto, habitual, ya lo contó varias veces, lo han visto incluso algunos representantes del ecosistema del desierto de Judá, (zorros, erizos, halcones, piedras), y no hay motivos para dudar de que así sea. Desde que vive en Arad, más de treinta años, forma parte de su ritual antes de ponerse escribir. Todos los años, día por día (salvo que se encuentre en Beer-Sheva, dictando clase en la universidad Ben-Gurión, o de viaje, en el exterior, dando conferencias, o recibiendo algún premio), hace lo mismo, lleva esa rutina. Al mismo tiempo, cada año suma edad y, mientras que cuando decidió mudarse a Arad era un adulto joven, hoy ya tiene 70 años (hubo una semana de festejos), edad de merecer el Nóbel de literatura, tal como reflejaron las apuestas durante la última entrega. Para afilarse, para perfilarse, en forma paralela a su ocupación central, que es escribir, a lo largo de este período fue perfeccionando su “equidistancia crítica“, toda vez que le consultan, o le piden declaraciones, acerca de alguna situación o hecho embarazos para el Estado de Israel. En el terreno de la ficción, de su trabajo en ficción, Oz, que en hebreo significa “atrevido, osado”, tampoco corre demasiados riesgos: un poco de picor, alguna aguja limpia, que no llega a irritar, mucho menos inflamar. No es el único escritor, no es el único artista “de izquierda” en Israel que vive así, pero es quien más está en edad de merecer.

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