viernes, 2 de abril de 2010

Maldad

Ísrael bombardeó hoy en oleadas la franja de Gaza, alcanzando objetivos estratégicos como, por ejemplo, una fábrica de queso en Jan Yunes, que se incendió y, al desmoronarse paredes, cayeron ladrillos que hirieron a dos niños.
Ayer, la Fuerza Aérea Israelí lanzó desde el aire, miles de volantes mariposa, en donde se anunciaba, en àrabe,  "mañana esperen la respuesta". Un niño con una flor en la mano ilustraban el mensaje.
La "respuesta", puede ser contra los petardos mejorados de los palestinos que en estos últimos días cayeron sobre Israel (hace algo más de una semana murió por la explosión de uno de estos un agricultor tailandés). O contra los resultados del incidente, en el cual una patrulla y dos tanques israelíes penetraron 500 metros en territorio de Gaza, forzaron un enfrentamiento con militantes del Hamas y, por error del destino, los defensores gazanos lograron matar a dos soldados del Tsahal, al tiempo que ellos mismos sufrían igual cantidad de bajas. Esta violación del "equilibrio de facto" y de la ley del más fuerte (prioridad de muerte para el palestino), irritó de tal manera a los ocupantes que la respuesta inmediata, horas más tarde, fue una incursión por la cual resultó muerto otro gazano, quebrándose de este modo el empate.
La respuesta de hoy, complementaria de la primera, con la excusa de un cohetardo,  tiene un componente insoportable, que se suma a la, ya de por sí insoportable vida que de una población apiñada entre ruinas por donde esta semana se abrieron paso, por primera vez en tres años de bloqueo, seis contenedores con ropa y zapatos provenientes de Egipto: los volantes-mariposa, arrojados desde el aire, para infundir terror, punzar el insomnio, con la leyenda "Esperen mañana la respuesta", con el niño sosteniendo una flor. Ese acto sádico, malvado de maldad pura, transparente: esa amenaza de cobrarse víctimas en niños, que se concretó en los tres heridos durante los bombardeos, dos de ellos en la fábrica de queso. Que se suman a los dos asesinados la semana pasada en Cisjordania cuando arrojaban piedras a soldados que reprimían manifestaciones. No se puede soportar la maldad, concepto que no hay que eludir, a la hora de hablar y analizar sobre lo que aquí está pasando. Es una maldad terrible que se impida a las víctimas reconstruir sus casas. Es una maldad asquerosa que se prohíba el ingreso a Gaza de lápices de colores y libros. En ese caldo de cultivo se están formando grupos más radicales aún que el Hamas, con quien ya se han enfrentado, con resultado que incluye "mártires". Es pura maldad dejar encerrados a un millón y medio de seres humanos, sin recursos, a merced de la arbitrariedad y el usos discrecional del poder, a merced de la degradación de si mismos, de la inanición por brutalidad.

La coalición de partidos de ultraderecha que gobierna Israel, pegados entre sí con moco de maldad debe caer, pero nadie hace fuerza suficiente, ni desde adentro, ni desde afuera. El mundo, aunque aquí y allá alguien se agite indignado, o no quiere ver, o ya se acostumbró