jueves, 17 de junio de 2010

Las flotillas van ganando al planetoide

En tanto, la confusión en este país tan desperdiciado para la historia, hecho a la medida de los enemigos que se inventa cada minuto, sin los cuales no puede vivir, y mata para que así sea, y si así no fuere, desfallece por inanición: yo iba a encausar este preámbulo en una idea que se perdió en el mar, desde donde vienen navegando nuevas flotillas de ayuda para Gaza. Israel planea detenerlas a todas, por la fuerza, ¿qué les van a hacer?, ¿les van a pegar, pasarles de nuevo  picana, cagar a tiros, fraguar un linchamiento, denunciar que son todos extremistas, que detrás de ellos está El Kaida, Hamas, Hizbollah, Los Hermanos Musulmanes, los turcos?  Los turcos: todo lo turco, ahora, es malo. Electrodomésticos, alimentos, indumentaria: quieren reemplazar su importación, como la Argentina de Galtieri con los productos ingleses. Manga de sicóticos, usurpadores, estafadores. Falsificadores del pueblo judío. No como los judíos alemanes que preparan una nueva flotilla para Gaza. Están desbordados de solicitudes de aspirantes a embarcar, y ya están buscando un nuevo barco, se quedaron cortos.
La cosa es que las flotillas de ayuda ganaron la primera batalla. Hoy Israel confirmó que aliviará el bloqueo a Gaza, permitirá la entrada de mercaderías por tierra, bajo supervisión  de la ONU, como en el caso del cemento, e importados muchos de los productos ahora permitidos (entre otros, los lápices de colores y las papas fritas), por las propias Naciones Unidas. Pero el bloqueo por mar continuará, y los palestinos de Gaza seguirán viviendo encerrados, aislados del mundo, salvo por la puerta de Rafíaj, que se abre a Egipto, pero cuyo flujo de ida y vuelta está estrictamente controlado, y restringido. Si alguna vez Israel llegase a levantar definitivamente el bloqueo a Gaza, irá a ser porque el mundo así lo quiso. Las flotillas son la avanzada (y, con perdón de las Abuelas de Plaza de Mayo, el Nóbel de la Paz, este año, urge que se lo otorguen a este movimiento de ayuda que ya se cobró nueve vidas), pero si no hay detrás una presión a nivel planetario para que Israel ceda, nada sucederá. Porque Israel se siente como un astro aparte, escindido del planeta Tierra y de su órbita. En su delirio, las leyes del Mundo –al igual que el desafío actual de los colonos ultra-ortodoxos, para quienes la Torá está por encima del estado de derecho--, no la tocan. Apenas, si acaso, existen los Estados Unidos de América, aunque su actual presidente no deja de serles sospechoso (¿por qué, se preguntan, su segundo nombre es Hussein?) El neo-planeta Israel se quiere llevar consigo,,encadenados a su órbita, a Gaza y los territorios palestinos ocupados de Cisjordania (satrapeados por su falso presidente Majmud Abbas). Son sus rehenes, dice, hasta que Hamas suelte, a su vez a su prisionero, el soldado Guilad Shelit, y que, por su parte, Abu Mazen (Abbas), declare de una vez que renuncia al estado palestino. Este es el verdadero sueño del auto-denominado Planeta Israel para con los palestinos.  Absorberlos, diluirlos, disolverlos. ¿Los palestinos? Nunca existieron.

Africa en el parque

A las seis de la tarde, salimos para el centro de Arad, a comprar jamón en un almacén de rusos. Para caminar más, y ver otro paisaje, alargamos el camino internándonos en el parque en donde, en uno de sus flacos, se encuentra cavado el estadio municipal. Bajando por el lado de los juegos infantiles, nos encontramos, en el predio de las parrillas y camping, con unos chicos africanos que jugaban con lanzas, largas astas negras, rematadas en una hoja triangular de unos treinta centímetros de largo. Un adulto corrió a quitárselas, y se las llevó a una mesa en donde estaba reunido con otros cinco, también armados de lanzas. Cantaban juntos un canto festivo, y enseguida estuvieron de pie,  formaron  ronda y largaron una danza que acompañaban con más canto y agitación de  lanzas. De allí iniciaron un trote, uno de ellos dirigía soplando un pito e imitaciones de sonidos de pájaro.  Pepita se puso inquieta, y amago un ladrido,  pero a ese estado le sucedió, de pronto, el de fascinación, y lo mismo le sucedía a otro perro, que observaba la escena unos veinte metros más adelante. Iban y venían con las lanzas, a paso de gamo, ya en terreno de le canchita de fútbol, en donde habían encerrado un círculo de dos metros de diámetro, trazado con piedras. Llegó una chiquita de tres años, del grupito que jugaba con las lanzas de los adultos., La alzaron a upa sin suspender el ritual, y del mismo modo la regresaron al césped. Luego, la formación ascendió en trote coreográfico por una loma, las lanzas que marcaban el ritmo, y por momento dejaron la escena. Cuando reaparecieron, nosotros ya habíamos cruzado el predio, y veíamos desde  lejos, yo muy poco, con mis lentes rayadas y ya insuficientes. Pero alcanzaba para distinguir que llegaron tres hechiceros, ataviados con plumas en el tocado, en las muñecas y tobillos, en las lanzas. Hicieron un baile que no se decidía, o al menos eso nos pareció, la distancia distorsionaba. Había mucha gente que no veíamos pero se hacían oír. Y dos o tres hombres que circulaban vestidos con traje negro, camisa blanca con corbata y un maletín de cuero.
A la vuelta de nuestras compras, hora y media después, los sudaneses se desconcentraban por las calles periféricas. Mujeres que vestían de fiesta, a la occidental, charlaban en las esquinas. Algunas de ellas cargaban con la lanza de su hijo, esposo, novio o hermano.

Turco, ¿qué está primero?

Llegó, por mi hermano dentista, la noticia de que el sábado 12 de mayo, en la ruta 22, que conecta Cipoletti con General Roca, en la provincia de Río Negro, Argentina, se destruyeron entre sí, en choque frontal, un Volkswagen y un Peugeot 206. El conductor del 206 y su acompañante están graves; el del Volkswagen, era un viejo amigo, el "Turco" Eduardo Guini, y murió en el acto. Hacía años que no lo veía al Turco, pero durante nuestra adolescencia, y un poco más, durante temporadas prácticamente viviò en mi casa. Mi mamá lo quería como un hijo, para mi hermano Rubén fue un hermano, con mi otro hermano Javier fueron íntimos, y mi hermana Raquel vivió enamorada de él. Fue técnico laboratorista (en el Hospital Israelita), gremialista, (secretario adjunto de gremio de Sanidad), militante político (en el MAS), actor experimental (en el TIT, el Taller de Investigaciones  Teatrales del nahuel-morenismo), chef de cocina (gerente de gastronomía en un hotel-casino en Las Cuevas, bahía de San Antonio). Transcurría una intervención teatral del TIT en una casa de tres plantas en Palermo. Era el 1983, u 84, no más. Los espectadores éramos guiados por las escenas, que se desarrollaban en las diferentes habitaciones. En una de ellas, el Turco, junto a otro actor, aparecían sentados sobre un sofá.  La pareja, en calzoncillos, comienza a rascarse entre los dedos del pie. Al principio, en forma tímida, exploraban el terreno. De a poco, la picazón fue en aumento, hasta que los dedos de las manos comenzaron a hurgar con pasión. El  final del ejercicio era obvio, se veía venir desde el inicio, pero yo nunca olvidé la cara que puso el Turco: ojos de mujer que se salían de sus órbitas, escapando de su cabeza cubierta por un colchón de pelo negro, tan espeso como sus cejas, bigotes y su barba con la que potenciaba su mandíbula invertida.
La última vez que nos vimos, hace muchos años, fue sobre un colectivo de la 124 o, tal vez, la 84. Le hice un comentario acerca de un poeta, no recuerdo cual, pero que era mejor que otro. El no estaba de acuerdo, no hay poetas mejores, me respondió, sino poemas más buenos o peores que otros. No le discutí, le dije que tenía razón. No voy a resolver ahora, en este escrito, esta cuestión. Hoy por la noche me dediqué a ver videos de Um Kulzum (Um Kultum) en YouTube, la diva egipcia de la canción árabe, que no se compara con nadie, y que es amada también por los judíos. Busqué su biografía en Wikipedia, leí traducciones de algunos de los poemas que ella cantaba. Lloré. Por la música árabe, por la melancolía de esas letras tan largas, por la épica árabe que incluye a las guerras con Israel. Pero, por el recuerdo del Turco, que en el casamiento de su hermana, me presentó el mamul y el baklawa.

Aradán, lejos / Irán, cerca

Contaba, hace unos meses, el cuento de Arad y Aradán. Lo he reemplazado, en estos días, por un acercamiento directo a la trama, porque, de otro modo, se crea un malentendido. No reniego de lo ya escrito, pero se me impone, en este momento, poner a un lado cualquier elemento ficcional que distraiga.
De los barcos que llegarán con ayuda en estos próximos días, y que serán detenidos y abordados, quién sabe con qué nivel de violencia, por Israel, uno o dos son de Irán. El otro es libanés, detrás del cual, según gustan acusar en Israel, están, también, los iraníes.

jueves, 3 de junio de 2010

¿Jelem?

1

--Pero estaban en aguas internacionales.
--Na staban
--Sí que estaban.
--Na staban

Cuatro argentinos sentados en el patio de comidas del Shoping Arad. Alrededor de una mesa, un televisor a sus espaldas. La sonrisa de costado, en desfasaje, en retrospección no-contemplativa.
Nosotros, pasando.

2

Les prohibieron hablar a los soldados, que participaron del abordaje, cada vez que declaran, la embarran por encima de la línea de flotación. De sus declaraciones, resulta que no venían preparados para enfrentar un linchamiento, que llevaban sólo armas lanza-pintura, que luego desaparecen, y en su lugar están las pistolas, que llevaban como último recurso, que los cooperantes les robaron, para, por fin, no tener más remedio que disparar con ellas para defenderse de los palos y cuchillos con que eran atacados.

3

La marina, y el ejército, fraguaron una escena fantasma según la cual soldados, al abordar la nave turca, son despojados de sus pistolas por marineros turcos, los cuales, tras ser abatidos, sostienen en sus manos las armas arrebatadas a los israelíes, cuyo cargador yace vaciado, ¿hacia dónde, contra quién? ¿Cómo, si en ese momento estaban siendo muertos por aquellos a quienes les quitaban sus pistolas, las mismas que les dieron muerte?

4

El video que difundió el gobierno es auténtico, pero está editado: no muestra el comienzo de la acción, del ataque desde las lanchas, sólo el momento de la batalla a bordo.

5

A las próximas flotillas que navegarán hacia Gaza con ayuda ya les dicen "Flotillas del Terror".

6

Están todos tan confundidos aquí, que las únicas  palabras que les salen para calificar los hechos en alta mar son "idiotas", "estúpidos", "tarados", "imbéciles". Un país, que ha hecho de la inteligencia un trauma nacional, acude al recurso de tildar a sus representantes de tontos, como si estos manifestasen de pronto un gen recesivo de Jelem, el pueblo de los tontos que había creado la literatura oral judía europea de la pre-Shoah. Estúpidos, zonzos, paparulos, atenuantes que no alcanzan a desviar la atención de la auténtica vergüenza: la dirigencia política, los mandos el ejército, de la marina, los colonos, con el apoyo del electorado, son canallas, piensan como canallas, actúan como canallas, llevan a cabo una política canalla. El bloqueo a Gaza es una canallada, israelíes abombados, es una maldad, israelíes dormidos por un cross de derecha, de extrema derecha.

lunes, 31 de mayo de 2010

Cuerdas

Caían desde helicópteros deslizándose sobre cuerdas.
Los recibía un equipo de manteada, que los derribaba para luego apalearlos.
Algunos eran cagados sin metáforas a palos.
Otros eran tirados por la borda-
"Pero nosotros creíamos que nos iba a recibir una manifestación, y en su lugar había un linchamiento."
Para reparar el error, sacaron las pistolas y entraron a disparar a quemarropa.
En el video oficial del ejército se muestra una de las armas blancas confiscadas, un cuchillo de pescar que acaban de sacar de su blister.
Más tarde declararon que había armas en el vientre del barco.
Condujeron a todos al puerto de Ashdod, a los heridos los distribuyeron entre varios hospitales.
Todavía nadie dice el nombre de los muertos, y su cifra exacta.

Demencia

Israel acaba de cometer su última obra de locura, el ejército paranoico,  embarcado en buques misilísticos, helicópteros, maquinaria de mierda bélica, abordó, con fuego vivo,  en aguas internacionales al barco turco Mavi Marmara, que transportaba màs de 700 cooperantes internacionales, parte de una flotilla internacional que transportaba ayuda para los habitantes de Gaza. Hay más diez muertos, asesinados por haber.... opuesto resistencia física contra los corsarios. A los lectores que están leyendo estas líneas: esto no es una novela, esto no es un texto para impresionar, no estoy escribiendo para que digan ustedes "oh, malditos, asesinos, criminales", se indignen y sigan sus vidas, y esperen nuevo capítulos, cargados de violencia, brutalidad, sangre, injusticia. Escribo para decirles que no se puede permanecer indiferente al crimen del bloqueo a Gaza, de la cual esta masacre es una continuación. Esta es una tragedia. El plomo fundido con que Israel destruyó Gaza el año pasado es tan sólo un fragmento de un crimen mayor que se viene perpetrando desde hace más de cuatro años, que es a su vez parte inalienable del crimen de la ocupación. Un crimen continuo contra una población indefensa, por más que se ufane de su Hamas, el millón y medio de palestinos esta inerme, a merced del ejército más poderoso del Medio Oriente. La matanza de hoy fue justificada con excusas del tipo "las organizaciones pacifistas y humanitarias están infiltradas por el terrorismo internacional":  no es la junta militar de Videla, Masera y Agosti, es el gobierno de Israel. El mismo lenguaje, la misma falsificación de los hechos, la misma máquina de mentir y matar.
A quienes lean esto: no quedarse con la mera emoción,  no quedarse en la mera manifestación. Dejar de colaborar con Israel en todos los niveles. Ciencia, comercio, universidad. No comprar productos israelíes, no comprar libros de sus autores, ni bajarlos de la internet, no escuchar su música.

viernes, 2 de abril de 2010

Maldad

Ísrael bombardeó hoy en oleadas la franja de Gaza, alcanzando objetivos estratégicos como, por ejemplo, una fábrica de queso en Jan Yunes, que se incendió y, al desmoronarse paredes, cayeron ladrillos que hirieron a dos niños.
Ayer, la Fuerza Aérea Israelí lanzó desde el aire, miles de volantes mariposa, en donde se anunciaba, en àrabe,  "mañana esperen la respuesta". Un niño con una flor en la mano ilustraban el mensaje.
La "respuesta", puede ser contra los petardos mejorados de los palestinos que en estos últimos días cayeron sobre Israel (hace algo más de una semana murió por la explosión de uno de estos un agricultor tailandés). O contra los resultados del incidente, en el cual una patrulla y dos tanques israelíes penetraron 500 metros en territorio de Gaza, forzaron un enfrentamiento con militantes del Hamas y, por error del destino, los defensores gazanos lograron matar a dos soldados del Tsahal, al tiempo que ellos mismos sufrían igual cantidad de bajas. Esta violación del "equilibrio de facto" y de la ley del más fuerte (prioridad de muerte para el palestino), irritó de tal manera a los ocupantes que la respuesta inmediata, horas más tarde, fue una incursión por la cual resultó muerto otro gazano, quebrándose de este modo el empate.
La respuesta de hoy, complementaria de la primera, con la excusa de un cohetardo,  tiene un componente insoportable, que se suma a la, ya de por sí insoportable vida que de una población apiñada entre ruinas por donde esta semana se abrieron paso, por primera vez en tres años de bloqueo, seis contenedores con ropa y zapatos provenientes de Egipto: los volantes-mariposa, arrojados desde el aire, para infundir terror, punzar el insomnio, con la leyenda "Esperen mañana la respuesta", con el niño sosteniendo una flor. Ese acto sádico, malvado de maldad pura, transparente: esa amenaza de cobrarse víctimas en niños, que se concretó en los tres heridos durante los bombardeos, dos de ellos en la fábrica de queso. Que se suman a los dos asesinados la semana pasada en Cisjordania cuando arrojaban piedras a soldados que reprimían manifestaciones. No se puede soportar la maldad, concepto que no hay que eludir, a la hora de hablar y analizar sobre lo que aquí está pasando. Es una maldad terrible que se impida a las víctimas reconstruir sus casas. Es una maldad asquerosa que se prohíba el ingreso a Gaza de lápices de colores y libros. En ese caldo de cultivo se están formando grupos más radicales aún que el Hamas, con quien ya se han enfrentado, con resultado que incluye "mártires". Es pura maldad dejar encerrados a un millón y medio de seres humanos, sin recursos, a merced de la arbitrariedad y el usos discrecional del poder, a merced de la degradación de si mismos, de la inanición por brutalidad.

La coalición de partidos de ultraderecha que gobierna Israel, pegados entre sí con moco de maldad debe caer, pero nadie hace fuerza suficiente, ni desde adentro, ni desde afuera. El mundo, aunque aquí y allá alguien se agite indignado, o no quiere ver, o ya se acostumbró

viernes, 5 de marzo de 2010

Nubes, viento, polvo, troncos 6

En la semana de lluvias, cielo cubierto, de nubes o de polvo, el calefón solar no funcionaba.  Y el eléctrico entró en cortocircuito.
Llamamos al pizzero argentino de la Tokio para que nos recomiende un especialista que no nos robe, y nos dio dos nombres. Uno, un ruso, Moti. El otro. Salim, "es beduino, pero trabaja muy bien, y a lo mejor te cobra menos que Avi.
Había que comparar presupuestos, porque la propietaria de nuestro departamento se haría cargo del gasto, y llamamos primero a Salim. Era mediodía, prometió que llegaría a la una y media, pero a las y veinte, golpeó la puerta, y cuando yo concurría a abrir, Salim ya estaba adentro, y detrás él, un muchacho, su ayudante. 
Le mostré en donde estaba el problema, que para mí era el interruptor, pero no, Salim comprobó su presunción: había que cambiar la instalación, en el tanque de agua, arriba, en la terraza. No es terraza, exactamente, sino el techo, al cual se accede por una claraboya.
Mientras revisaba, Salim  me preguntò, en yiidish, si yo hablaba yidish. De chico, le dije, pero me olvidé. El, en cambio, lo hacía bastante bien y, un poco, me gozaba. Le hice ver que era argentino, y largó el latiguillo, "amigo, Buenos Aires". Me pidió mi número de celular, que fue anotando en el suyo. Cada tecla cantaba la cifra en hebreo, "este teléfono no sabe yidish", rio, y salieron hacia el techo, él y su ayudante. Al rato, me llamó desde allí, confirmó que había que cambiar todo, y m e pide 450 shékels, y si puede comenzar ya. Tengo que consultar a la dueña, le dije, y pedir otro presupuesto, para comparar. "Pero, si no lo hace ahora, tiene que pagarme 100 shékels". Comenzó una discusión; mi argumento era que ni plomeros ni electricistas cobran por presupuestar, y su réplica era "pero yo estoy subido al techo, ¿quién me paga eso?

"Dávid, Dávid, escúcheme... "
"No. Salim, no puede ser... "
"Pero, Dávid, oiga... "
"Dávid, Dávid...  llame a la dueña"

Aflojè y acepté.
Salim quedò- que se comunicaba en media hora; mientras tanto, se iba a otra casa, a hacer otro arreglo. 
A la media hora, llamó; la dueña estaba de acuerdo, le dije, siempre y cuando le hicieran rebaja y se incluya garantía por escrito. Cerramos  por 350, sin factura, y entonces  preguntè a que hora venía: "Estoy aquí, nunca me fui".
Me pidió que saliese, para mostrarme el aparato nuevo, antes de que comience a instalarlo.  Salim, desde arriba, se enojaba con el muchacho, a lo mejor su hijo, y daba órdenes. Muy bien, dije, cuando me mostró el aparato rojo.
Llamaba cada cinco minutos, "no encienda el calefón", "habra la canilla de agua caliente".
Cuando estuvo listo, bajó, comprobó que todavía no salía agua, "ya se va a llenar el tanque".
Me preguntó en qué me ocupaba, cuánto pagaba por el alquiler.
Llegó Ana con el dinero, pagamos, y ya el agua salía caliente.
Finita la comedia, dijo.
Me preguntó si eso era castellano.
No, italiano, es parecido.

Firmó la garantía del otro lado de su tarjeta de visita:

--Ya está. Finita la comedia.

Nubes, viento, polvo, troncos 5

En la plazoleta que está frente a las paradas de colectivos urbanos (dos líneas, 2a y 2b) y para el Mar Muerto (línea 1), las de ómnibus para Beer-Sheva y Tel Aviv (la estación terminal está en construccion), además de la caseta de "Taxis Arad" (sucursal de la candidata Tali), se robaron los bancos. O los retiraron. Los removieron. Ahí acostumbraban a sentarse sudaneses y eritreos, adultos, jóvenes o niños, de acuerdo a la hora. Desde que comenzó la campaña civil para expulsarlos, en forma masiva o gradual, se corrieron de la plaza central,  bajaron el perfil y se hicieron menos visibles. La plazoleta sobre la calle Yerushalaim era un sitio menos expuesto, con apenas tres bancos. Allí se juntaban, sentados unos, de pie, otros, para hablar, tomar cerveza, o comer algo. Algo íntimo; también Ana y yo nos sentábamos para descansar un rato, comer pan, tomar un yogur. Pero cuando lo hacíamos, los africanos no aparecían, por precaución, o timidez.
La plazoleta es, en realidad, un jardín, dispuesto entre un barrio de monobloques y un mini-centro comercial. Una ferretería, una peluquería, una florería. Cuando, de paso por ahí, comprobamos el hueco dejado por los bancos, "como si hubiesen sido arrancados de raíz tres árboles", según la expresión de Ana, lo encaramos al ferretero. El hombre, judío persa (de Aradán), que cubría la calva con una  quipá tejida de los nacional-religiosos, interrumpió una charla, o una venta, que mantenía con una cliente. "Lo que pasa es que allí se reunían borrachos", explicó. "Africanos", le hicimos ver: "sí, claro", dijo, "a veces les ponía un poco de comida en el piso para que comiesen". Y festejó su ocurrencia con la muchacha rusa. En eso, pasaba un rapado y metió su bocado, "Arad se pudrió por culpa de los sudaneses". Y de la florería salió su dueña, indignada, "¿nos comparan a nosotros con los nazis?" Eso habíamos gritado al ferretero, y a su clienta, que vino y nos cerró la puerta.

Nubes, viento, polvo, troncos 4

Para el día del partido contra Nazaret Elit, los charcos, recuerdo del vendaval de la semana anterior, eran todavía notables. se jugaba un martes a las dos y media del mediodía, pero había bastante público, unos tres cuartos de la capacidad de la única bandeja de cemento colmada. La entrada era gratis, para alentar al Hapoel Arad, penúltimo en la tabla de la liga "Alef", la tercera categoría del fútbol israelí, una primera "C". Arad era, aquel día, un equipo al borde del descenso, pero este era un partido por la Copa del Estado, un campeonato paralelo en donde se enfrentan equipos de todas las divisiones. El rival, el Nazaret Elit, segundo en el campeonato de la Primera (liga Tahal), dio origen a una ilusión, muy difusa: de Arad saldría la Cenicienta del torneo. Pero el fútbol israelí es muy malo y, si bien los de Arad parecen dólmenes distribuídos en una cancha, los de Nazaret sólo diferían por una preparación física superior.

Llegué al estadio antes del comienzo del segundo tiempo, el encuentro estaba cero a cero. Junto al núcleo de veteranos de la ciudad, entre los cuales se destacaba un argentino gritón, se agolpaban beduinos en cantidad importante, judíos etíopes que cantaban "Adelante Arad" y, bien juntitos, dos gradas más abajo de donde yo me encontraba, muchachas y muchachos muy pulidos, que vestían uniforme sport, remera blanca con inscripciones en celeste, al igual que el pantalón, y sostenían globos con los mismos colores. Chicas y chicos sonrientes, no como reflejo de las acciones del partido, que ya había recomenzado sus torpezas, sino porque tal era su papel asignado, según me di cuenta, cuando hizo su entrada la candidata a intendentaTali Golobov, en campaña para las próxima elecciones de abril, cuyo programa se centra, en forma exclusiva, en sacar a flote, y explotar, el racismo en potencia de los aradíes. Su punto, su única idea, "para el bienestar de Arad" es expulsar, en forma escalonada, a cada uno de los africanos, tanto refugiados protegidos por la ACNUR, como los inmigrantes ilegales, pero que trabajan en las cocinas, y limpian los cuartos y baños, y hacen las camas, y pasan el trapo en los hoteles del Mar Muerto. Debo ser sincero: nadie le prestó atención, salvo los niños, que se disputaban los globos que ella iba repartiendo. Esto no quiere decir que aquellos representados en la tribuna sean personas más democrática, y que no piensen cada día en la forma de sacarse de encima a los negros, pero, quiero suponer, guardan cierta repulsa a mostrarse fascistas de modo franco. Pero su rechazo es, también, hacia los rusos, como Tali Golobov, a quienes consideran, antes que nada, usurpadores.

El juego seguía su curso, la hinchada cantaba "miljamá, milljamá, guerra, guerra", pero los atacantes de Arad se desmayaban de sólo intuir la proximidad del área. El propio público hacía burlas, como cuando un jugador del  Hapoel embocó un disparo en un arco suplementario que está justo al lado del verdadero, y gritó "gol".
Yo, que trataba de seguir las incidencias, pensaba al mismo tiempo en cómo acercarme a Tali y encararla.
El tiempo reglamentario finalizó con empate en cero, y como habría alargue, aproveché la oportunidad, y me coloqué a sus espaldas. Cuando notó mi presencia, interrumpió una conversación con las chicas y chicos de su comitiva, "esperen, que el señor quiere hablar conmigo". Me dedicó una sonrisa y se puso a la expectativa de lo que yo iría a hablar. Comencé así:
-
-Tali, cómo está.. Tan sólo quería decirle que tengo la esperanza...

Talimantuvo la sonrisa y asintió .

--... de que los ciudadanos de Arad no se vuelquen al racismo y al fascismo...

--Ajá...

--...y que. por lo tanto, usted no triunfe.

Congeló el gesto:

---Yo no soy racista.
--Disculpe, pero su campaña electoral es pura agitación xenófoba y racista. En la misma línea que su partido, Israel, nuestra casa.

--Yo no tengo nada que ver con ese partido.

--Pero usted se muestra en una fotografía con el vergonzante canciller Avigdor Liberman. Y anuncia que cuenta con el apoyo de cinco ministro del gobierno, todos pertenecientes a Israel, nuestra casa.

--¿Y qué tiene de malo que esos ministros me apoyen? Ellos piensan como yo, que hay que darle una solución al problema de los innmigtantes ilegales.

--Muchos son refugiados, y todos vienen huyendo de terribles tragedias.

--No es verdad. Yo investigué,  y le puedo asegurar que la mayoría viene de regiones en donde no hay genocidio.

--Vienen de África, de situaciones terribles.

---Ellos eligen venir a este país porque es el único de la región que tiene progreso económico, que cuenta con un sistema de salud...

--¿Y eso está mal? ¿Por eso los quiere echar?

--Yo pienso en el bien de mi ciudad. Yo quiero que mis hijos se sientan seguros a la noche. ¿Usted sabe que una chica fue atacada... ?

--Eso no es verdad. Echarle l a culpa a los extranjeros por las cagadas de las administraciiones locales...

--Hasta aquí: Ahora me tengo que ir; que le vaya bien.

Faltaban tres minutos para el final del segundo tiempo complementario y a seguían cero a cero. De pronto, tiran un corner, alguien la mete junto al palo izquierdo, y gol de Arad.  Aliento para los locales, que daban el batacazo. Corría descuento, habia festejo, y penal para Nazaret, que empata.
Fueron a los penales, y Arad perdió.

Nubes, viento, polvo, troncos 3

En dos o tres oportunidades cada año, todas en invierno, cae en Arad lluvia de verdad. Va acompañada de fuertes vientos, que dan comienzo antes de la tormenta, truenos, relámpagos, y polvo de Africa.
El estadio municipal de fútbol, que cuenta con una sola tribuna de cemento, queda entonces anegado a la altura del portón principal, sobre la avenida Yehuda, esquina Hapalmaj. Enfrente, está la Sinagoga Principal, en donde dos facciones, Jabad Lubavitch y los jasidim de Gur, disputan por su control. Cada uno es un usurpador a los ojos del otro, y cada sábado, al salir la primera estrella, se agarran a piñas y patadas, trifulcas de primer orden que terminan con heridos y detenidos. Todo (arrestos, primeros auxilios, demandas) se resuelve en pocos metros cuadrados: el Departamento de  Policía, se encuentra enfrente, en diagonal, sobre Yehuda, entre Hapalmaj y Yerushalaim; detrás, de espaldas a la cana, se encuentra la estación de la Estrella Roja de David, con sus ambulancias que llevan el rótulo de Red Maguen David, donadas, cada una, por familias de Estados Unidos, Canadá o Gran Bretaña, cuyos nombres constan en cada vehículo. Divididos por un playón, la Sala de Emergencias y la Municipalidad.
Cruzando la calle Hapalmaj, el Estadio Municipal.
A veces, cuando ya es de noche, un jasidista de Gur, se aposta junto a la verja, medio escondido entre unos pinos, y espía a los futbolistas cuando entrenan.

Nubes, viento, polvo, troncos 2

Cada tanto, los misiles se ensayan sobre objetivos reales, en el propio terreno del vecino. Apoyados sobre cualquier excusa, la mayor de las veces en el aire, se lanzan, por ejemplo, a destruir un túnel, o dos, de aquellos por donde los vecinos transportan, contrabandean, mercadería y materiales de construcción desde Egipto con la esperanza de ser ubicados en el territorio en ruinas, cercado y bloqueado, angosto, saturado de gente,  que queda, exactamente, apenas salir de la boca del túnel. O, en respuesta a la caída de un caño autopropulsado, que en su trayectoria a ciegas, se estrelló en terreno abierto y despoblado, tiran desde arriba contra la ciudad, o liquidan a algún culpable de algo, de suerte que matan tres pájaros de un tiro: logran que no decaiga el terror sobre Gaza, retrazan o impiden todo progreso en las negociaciones para liberar a Guilad Shelit, y ensayan los misiles.

Nubes, viento, polvo, troncos

Nubes largas y angostas, algunas ya difuminadas, otras, con un extremo más decidido que el otro. En la tarde avanzada, previa a la caída del sol, aún mantienen sus trayectorias, más o menos oblicuas, expandidas a lo ancho, perdieron densidad. No alcanzan a tramar un tejido, aunque se cruzan en varios puntos, y no anuncian lluvia, al menos, no lluvia de agua. Al día siguiente, ya se evaporaron, pero, desde temprano, aunque el día sea radiante, comienzan a formarse de nuevo. Con sólo elevar la vista, se puede ver cómo van naciendo, una a una: un punto, un guión que se alarga en línea recta, con ligera inclinación desde el punto de partida, unos cinco grados, de arriba hacia abajo, de izquierda a derecha, o derecha a izquierda, dependiendo del punto relativo de observación. En unos minutos la estela de humo ya se alcanzó en su máxima extensión, no menos de 45 grados, en cualquier dirección, según haya transcurrido su trayecto. En este punto,  ya están detenidas, flotando como nubes, haciendo como si, al tiempo que otras nacen, hacen el mismo proceso, así, durante horas, hasta que el sol comienza su caída. No porque haya sido bajado por esa lluvia de misiles, nada que ver, hay eventos de la naturaleza que aún mantienen su autonomía

viernes, 29 de enero de 2010

Desfiladero

En tanto, los cuervos se pasean generalmente de a cinco. Caminan a su manera chueca, sin prisa, por sus barrios. Siempre hay uno que se encarama sobre un poste de alumbrado y se pone a parlotear. Comparten, cuando pueden, el pan de las palomas. O planean en círculos sobre el cause seco del río, por diversión, o por motivo de una carroña.
A mi perra les llama la atención, pero no les tiene miedo.
Sí, le asustan los asnos. Dos chicos beduinos llegaban a galope de burro por la vereda por la que paseábamos. Di un paso al costado y mi perra quiso rajar.
Pero la sostuve.

Los chicos iban al almacén de los hermanos beduinos.
Luego, volvieron por la misma vereda y se metieron por el desfiladero que baja al Mar Muerto.

A metros de ahí, otro beduino puso una verdulería.
A poco de tomar posesión del local, descubrió que el cuarto del depósito estaba lleno de serpientes. Tenían un nido, y eran decenas. El mismo, decía, podía matarlas si quería, pero ese trabajo le correspondía a la municipalidad.
Tardaron una semana en venir, llevárselas y limpiar el lugar. En el desierto, me dijo, esto es lo más normal. Pregunté, ingenuo, si eran serpientes o culebras. Todas venenosas, muy venenosas, venenosísimas, dijo.
El, a su vez, creía que yo era ruso, y repetía, spasiva, spasiva. Cuando le corregí, enseguida recordó la guerra de Malvinas y el Exocet que hundió al barco inglés.
Me pregunta siempre cómo estoy, y le respondo que bien, y el completa, "no te preocupes, todo irá bien".

En Arad, sudan y se quiebran

En Arad, el discurso de la muralla de Netaniahu, fue escuchado y anotado en forma especial, porque el premier da tres ejemplos de ciudades perjudicadas por la masa de trabajadores extranjeros e ilegales que usurpan las fuentes de trabajo de los israelíes: Arad, Eilat y Tel-Aviv. Una nota a doble página de la revista local Hatzví saca pecho y, bajo el título, "La relación entre los infiltrados (sudaneses y eritreos) y la economía israelí", grita en  subtítulo, "!Establecer 450 puestos de trabajo para los habitantes de Arad". Puestos de trabajo (camareros, personal de limpieza, personal de cocina) que están en manos de sudaneses y eritreos, y  que los aradanos puros nunca ocuparán. Porque, en el fondo, los consideran trabajos de mierda, y por el otro, porque la comisión parlamentaria de presupuesto derogó la disposición que prohibe el empleo de inmigrantes ilegales por medio de contratistas de Arada y Mar Muerto.
Ahora Arad está en la lona, no sólo porque su Amalec interno amenaza quedarse para siempre, sino porque la misma comosión redujo los fondos de asistencia para la ciudad, y de todas las ciudades en desarrillo,  en un 33 por ciento. Hace unos días comenzó a salir humo desde un edificio de un barrio de inmigrantes. Vienieron, no sólo los bomberos voluntarios de Arad, sino una unidad de los  bomberos de Beer-Sheva. Un huimo espeso, que salía de alguna parte, pero no se detectaba de dónde. Hasta que alguien señaló una puerta de un departamento, y la tiraron abajo. Adentro, un grupo de sudaneses se reunían alrededor de carbón encendido en incienso.

Pum, pum, quién es: Amalec

Al fin y al cabo, dijo Netaniahu, en el corto plazo, Israel estará rodeada en su totalidad por una muralla, desde  Egipto hasta el  Golán. De este modo anunciaba la decisión de cosntruir un muro a lo largo de la frontera con Egipto con el propósito de cortarle el paso a la inmigración ilegal proveniente de Africa, en especial de Sudán y Eritrea. También, agregó, para evitar que el comercio de prostitutas traídas, casi todas, de ex-repùblicas de la Unión Soviética, en especial de Moldavia, haga uso de  esa misma frontera. Afirmó, con énfasis, que la inmigración de trabajadores extranjeros pone en peligro la identidad judía de Israel.
Y desde Auschwitz, el Primer Ministro advirtió, cuidado, Amalec ataca de nuevo. Amalec, el enemigo bíblico de los hebreos, del cual Dios borró su semilla, pero no, parece que no, alguna cepa suya atravesó la literatura religiosa, y echó raíces en la ficción política de Israel. Amalec es ubicuo, ora es uno, ora es otro, ora todos al mismo tiempo. Los palestinos son Amalec, los malos, por supuesto, pero también los buenos. Por más que le den caño a ese Amalec, nunca se acaba, vive al acecho. Los beduinos, cuidado, son Amalec encubierto. Los organismos de derechos humanos, servidores de Amalec. La ley internacional, manipulada por Amalec. Las críticas a Israel, voces de Amalec. Pero el gran Amalec, hoy por hoy, es Aradán. O, digamos, el triángulo Aradán-Damasco-Gaza es el súper Amalec. Amalec, descendiente de Esau (el hermano resentido de Jacob, luego apodado Israel), construye túneles a decenas de metros bajo las rocas del país de Aradán, para soterrar, y hacer inexpugnables, sus ingenios atómicos en donde será posible desarrollar, sin que Arad lo pueda impedir, las bombas atómicas necesarias para boorrar para siempre el natéma bíblico que no lo deja dormir. En la puesta en escena de Ajmadinayad,  líder e hijo dilecto, Aradán es el instrumento del bien que pondrá fin a las tropelías del estado heredero de los derechos de autor de la Torá, y trasformó a su país en misilestado cuyo fundamento es la palabra destruir. Retórica que viene bien a su partner, el estado de Arad: al igual que Aradán, cuanto más crezca Amalec, mejor se asfixia al súbsito local.  Los pueblos se vuelcan a la derecha porque creen que destruyendo a Amalec, se resguardan y se guardan. Cuando, màs adelante, amanecen hechos mierda, algunos se dan cuenta del error. Y levantan la mano izquierda. Por un tiempo. Tarde o temprano, alguien claudica.

Ellos ses vacunan

Los argentinos también se hicieron humo, o continuaron barranca abajo, rumbo al Mar Muerto. Hubiéramos querido decirles algo, por ejemplo, "no se queden por mucho tiempo aquí, o se van a quedar encerrados", o darles un susto cuando los tuvimos casi al frente nuestro, orinando las paredes del súper, pero estábamos cansados. Ellos, en cambio, habían recibido la vacuna contra la perturbación.

Aparecen, se esfuman

Hace unas semanas, antes de fin de año, de modo que hace un mes, se habia hecho de noche, muy temprano, a eso de las cuatro y media, como sucede en invierno. Salíamos del supermercado, no muy cargados, lo mismo que el bolsillo, y ahí nomás, apenas dimos unos pasos, se detuvo en la avenida,  diez escalones abajo, un ómnibus de turismo. Les vimos la pinta a los pasajeros, todos jovencitos, y dijimos, zas, de nuevo norteamericanos. Chicas y chicos, estudiantes de alguna institución judía, o sionista, o ambas cosas, de New Jersey, o Miami, o Chicago, con sus remeras y mochilas estampadas con distintivos, con un cansancio relajado, descendían y se agrupaban, y luego movían, en dirección al súper. Con ellos, un guardia, muy jjoven también,.armado con una carabina corta, buscaba acomodarse sobre un descanso de cemento y piedra, con vista a la entrada,del Mega, para vigilar a los chicos desde ahí.
Una chica saca su celular y llama a alguien, "sí, ya llegamos a Arad, estamos bien". Metros más adelante, de entre unos àrboles, se oye, "vení, boncha, vamos a echarnos un meo". Como por encanto, o evento físico-químico, los gringos se esfumaron, o transmutaron en argentinos.